Un congreso de ficción

Como
invitados políticos especiales concurrieron Moyano, Binner y Pino
Solanas. La CTA invitó a diversos políticos patronales, pero rechazó que
las listas opositoras en la elección de la CTA participaran con una
cantidad de delegados proporcional a los votos que obtuvieron (más del
20%). Mientras tanto, “habilitó” a delegados truchos en reemplazo de
aquellos que se pasaron al kirchnerismo desde las propias filas
michelistas. Según los nuevos estatutos de la Central, aprobados antes
de la escisión, el congreso no incluye delegados de los gremios
federados. Lo integra una nómina sábana, surgida de la elección en la
que se dividió la central.
ATE,
el único gremio de peso de la CTA-Micheli, no reconoce tampoco las
minorías. Hasta las corrientes de izquierda que apoyan cerradamente a
Micheli, como el MST, han planteado la necesidad de “avanzar” en su
reconocimiento. Muy atrás quedaron los congresos abiertos que dieron
origen a la central, los que llegaron a reunir en el Luna Park a 12.000
asistentes.
El
congreso armó una ficción de plan de lucha, con un paro sin fecha
precisa para mayo y con enormes dudas respecto de la adhesión al mismo.
La invitación a Moyano al Congreso pretendió oficializar el paro, pero
el camionero puso en duda su realización. Concentrado en el
reagrupamiento del PJ opositor, Moyano sólo promueve una movilización
sin paro el 30 de abril. Esa indefinición dejó expuesto el enorme
raquitismo de la CTA, ya que -sin el apoyo del camionero- irá a su
enésima jornada de cortes y movilizaciones, en reemplazo de un paro
activo general y un verdadero plan de lucha largamente reclamados desde
el 20 de noviembre.
Mientras
tanto, la CTA ha estado ausente de las grandes huelgas docentes de la
provincia de Buenos Aires. En vez de apoyar las huelgas reales, como la
de la docencia neuquina opuesta a Yasky, el congreso michelista insistió
en la creación de un gremio paralelo de los docentes, haciendo uso y
abuso del paralelismo sindical. Pero los grandes movimientos
huelguísticos docentes pasaron, una vez más, por los gremios de Ctera a
pesar de su dirección.
En
este punto, la estrategia de la CTA ha entrado en un pantano: aunque la
propia central y la inmensa mayoría de los gremios enrolados en ella no
tienen la personería gremial, se niega a plantear la lucha por la
derogación de la Ley de Asociaciones profesionales.
La
presencia de Binner en el Congreso fue todo un dato político, que
levantó polvareda en algunas regionales de la central. La provincia
gobernada por el FAP es la capital nacional de la tercerización laboral.
En esa provincia, se han cerrado grandes fábricas metalúrgicas como
Malhe y Paraná Metal, con la abierta complicidad de Binner. El apoyo al
FAP de la mayor parte de su dirección desmiente terminantemente otro de
los caballitos de batalla de la CTA: el de la “autonomía” de la central.
La presencia de Binner la coloca a la rastra de una de las variantes de
la oposición patronal, mientras que la de Moyano, a la rastra de la
burocracia sindical.
Necesitamos
que la central apoye las huelgas existentes, establezca un plan de
lucha y se pronuncie por un paro nacional de 36 horas contra el impuesto
a las ganancias, el 82% móvil a los jubilados y por paritarios elegidos
en asambleas en todos los gremios, el reconocimiento de los que se
agrupan en la oposición de la CTA- Micheli y la derogación de la Ley de
Asociaciones Profesionales. Este es el camino para luchar por la
expulsión de la burocracia sindical.
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